martes, 16 de marzo de 2010
El miedo es el peor de los enemigos. No es algo en lo que admita discursión, en ciertos momentos nos paraliza nos hace invisibles y hace que no podamos ver a los que están a nuestro alrededor, es normal que ese miedo te paralizara pero sabes que poco a poco has vuelto a sonreir, para todos nosotros haber perdido eso habría sido algo que no sabríamos afrontar, y si hablo de nosotros porque sabes que no soy el único que te adora, estos momentos hacen que disfrutemos más de las pequeñas cosas, y si te digo la verdad las tardes, cenas y momentos de esta semana las he disfrutado como nunca lo había hecho, no quiero perder ni uno de esos segundo en los que te desquicio y me desquicias. Siento decirtelo pero no podría vivir sin ti. Y la lucha que tenemos al frente no es contra ese pequeño enemigo sino contra ese gran miedo que nos paralizó a todos en un determinado momento y ¿sabes qué? esa lucha la tenemos medio ganada, con cada risa ese gran monstruo disminuye un poco más. Sólo me queda decirte que te quiero siempre.
Mi corazón se ha ensanchado, si, ha crecido.
Pensé que después de tanto tiempo sin querer de esta manera me había vuelto incapaz, pensé que iva a ser imposible sentir de nuevo esos nervios antes de ver a alguien, de necesitar apurar un cigarro antes de verte, de que cada día sea un mundo, de esperar horas frente al móvil esperando una llamada, volverme loco sin saber que ponerme para que me veas guapo. Y de repente TÚ . Apareces y me vuelvo loco, apareces y te necesito, apareces y me siento por fin entero, apareces y necesito estar horas besandote, te noto a mi espalda y me siento seguro, me besas detrás de las orejas y me recorre un escalofrío, me miras y me derrito, me subes, me bajas, me das fuerza y me haces levantarme feliz, me llevas y te vienes pero sobre todo ME quieres y TE quiero. Porque si, puede ser que por fin te haya encontrado.
[En mi vida hay dos, y este post tiene una parte para cada uno]
lunes, 22 de febrero de 2010
Correr mientras siento que algo me persigue. Mi propio miedo, el miedo a arriesgarme, el miedo a ser feliz, el miedo a volver a encontrarme y encontrarle a él.
Seguir corriendo...
Bum,bum bum. un ritmo frenético de pasos que realmente hacen que el corazón baje a esos pies que te intentan alejar de ti mismo.
Bum, bum, bum el sonido de las pisadas que en vez de dejar el miedo atrás, siempre sigue pegado a mi nuca, dejan el corazón en uno de los charcos de ese callejón.
Bum, bum , bum. Y de pronto me doy cuenta, ya no oigo ese sonido ¿donde está? deshago mis pasos, lo buscó corro más aún, un sudor frío recorre mi cuerpo. Mis ojos son incapaces de posarse en ningún punto fijo, busco en todos los rincones, busco por todos los charcos, y de repente algo em llama la atención. Ya no sufro, ya no está.
Bum, bum, bum ya no sufro pero sigo teniendo la necesidad de llegar, de llegar a ese rincón de mi habitación en el que me encogo y en el que siento que todo está bien, donde nadie puede alcanzarme, nadie puede dañarme. Ese lugar que se parece tanto a "casa". Sí, ya estoy en "casa". Esa sensación de seguridad que daba llegar a ese rinconcito llamado "casa" en aquellos juegos de niños.
Un cigarro, humo. Y de repente me doy cuenta. No lo encontré.... perdi mi alma por el camino.

[Mi corazón lleva demasiado tiempo en crucis, y no sé si me atreveré a volver a jugar]
martes, 16 de febrero de 2010

Sin más
[Este cuarto es muy pequeño para las cosas que sueño]
sábado, 6 de febrero de 2010
Polaroids
Imagenes enmarcadas,quietas, sin sonido y borrosas. Un recuerdo nunca puede llegar a la altura de un momento vivido, igual que una fotografía no puede llegar a plasmar aquello que el ojo humano es capaz de ver. El brillo de amor en unos ojos y el de la incredulidad reflejados en los ojos de aquel que mira, las imágenes son capaces de engañar y mostrar momentos "felices" sin descubrir la falsedad de una mirada, lo forzado del abrazo o la forma antinatural de unos labios uniendose de una manera que indica final. Una fotografía, un recuerdo, jamás podrá igualar a la realidad. Por eso hacen más daño que la vida real, porque son incapaces de mostrarte esas imperfecciones, esos detalles que aunque nímios, son los que hacen la felicidad.

[Y la vida pasó... en una sucesión de polaroids, que por suerte o desgracia me dejaron indiferente, todo acaba por dejar de doler, o por dejar de hacerte sonreir.]
viernes, 29 de enero de 2010
Capitulo 2- Sapos y castillos derruidos

Corría entre la lluvia, ya no distinguía entre el sabor salado de sus lágrimas y el agrio de la contaminación de la lluvia, no veía simplemente apartaba a la gente, necesitaba un lugar donde no hubiera estado con él, un rincón donde llorar antes de poder llegar a su casa. No le apetecía tener que volver a disimular una sonrisa frente a su familia, tenía que llamar a Rubén, su “chico” Rubén estaba perdidamente enamorado de él, y Darío se sentía a gusto, querido, pero no le quería de verdad, no podía quererle… todo lo que había pasado junto con sus pensamientos hacían que se sintiera peor y de repente al doblar la esquina ¡Bum! Casi se cae al suelo, pero unas manos fuertes le habían sujetado la cintura.
-¡Ey! No corras tanto que te vas a caer, a los niños como tú los llevo yo en brazos.
Darío miro hacia arriba, se había quedado inclinado con la típica posición en la que el galán le da un beso a la princesa en todas las películas de Hollywood. Era incapaz de hablar, los ojos verdes del chico se habían quedado grabados en su retina. Quedaban perfectos con su pelo negro y piel morena. Era como si los hubiera visto antes.
-Principito ¿estas bien? Porque en esta postura sólo me apetece besarte.
-Y en ese momento Darío reaccionó, empujo al chico para dejarle fuera de su alcance y con una mueca de desprecio que no pudo conseguir que llegara a ser creíble dijo.
-No me vuelvas a tocar, y menos de esta manera, gracias por ayudarme, y por cierto no vuelvas a llamarme principito.-
Vió como el chico se acercaba lentamente y con su pulgar secaba sus lágrimas.
-Los príncipes no lloran, porque cada lágrima suya rompe su reino de cristal.-
-No me llames así y no me toques, no me dejo engañar por halagos estúpidos-
- ¿Será que todavía eres un sapito que no ha encontrado a su príncipe?
Y en ese momento Darío le volvió a ver enfrente suya, como antes de empezar a correr, él si había encontrado a su príncipe pero él se había quedado con otro, le había traicionado y las lágrimas volvieron a amontonarse.
-¡Estúpido! suéltame.
-Lo siento, no pretendía molestarte principito. Por cierto soy Héctor.
-¡Que no me llames así!
Y volvió a correr intentando llegar a algún sitio que no le hiciera daño, sin darse cuenta de cómo Héctor seguía mirándole hasta que oyó un grito a su espalda.
-Espero que el principito se digne a volver a pasar por mi territorio.-
Pero Darío no dejó de correr, ya no huía de él, de Héctor o de Rubén, sino de sí mismo, del daño que se hacía al recordar, al no ser sincero con Rubén. De repente se dio cuenta de que sin saber como estaba sentado en una obra, rodeado de esas grandes máquinas se sentía seguro, protegido y del puro cansancio de la caminata se durmió pensando en la ironía de llamarlo principito y su reino en obras, si decididamente su castillo siempre estaría a medio construir.
Sin saber que había alguien observándole….
martes, 26 de enero de 2010
MIedos

Sábado
[Sois mi rincón favorito de Madrid]