jueves, 21 de enero de 2010

Capítulo 1- Un final en un comienzo


-¡Darío! ¡Oh! Dios mío no puede ser verdad.

Así acaba esta historia. Pero es mejor empezar por el principio.

Darío se quita el pantalón del uniforme en los baños de su trabajo después de un mal día y en ese momento suena su móvil desde dentro de su mochila

-¡Mierda! Donde estará el santo móvil. ¿Diga? A sí Jaime dime, vale una copa y a casa que mañana trabajo no me líes ¡eh! Bueno… vale… ya salgo.

Un día más su inseparable amigo está esperando en la puerta de su trabajo, sabe que Darío no está bien por mucho que intente ocultarlo tras medias sonrisas disimuladas.

Sus únicas sonrisas sinceras son para Jaime, su ángel de la guarda.

Acaba de ponerse la chaqueta, sale por la puerta y se enciende un cigarro, apoyado en la pared está su amigo, le abraza y se van juntos a cenar. Una noche cualquiera en buena compañía. Mientras cenan Jaime observa como Darío se come una ensalada, sin ganas y la deja a la mitad, se enciende otro cigarro y apura su refresco.

-¿Cariño estás bien?- Coge la mano de Darío y le nota frío a pesar de la calefacción del local.

-Claro Jaime, no digas tonterías- Se siente incapaz de mirarlo a la cara ni siquiera, él es el único capaz de ver a través de sus ojos. –Venga vamos a tomar algo-

Deciden ir a un antro que Darío adora y que su amigo aborrece pero sabe que le anima y accede.

Y de repente le ve, a lo lejos sabe que es él, a pesar de que está unos cien metros, sabe como anda, su sonrisa le deslumbra a pesar de la distancia, no puede soportar verle con él, con otro. Feliz y sonriente.

Sin mediar palabra sale corriendo en dirección contraria, deja a Jaime gritando su nombre cuando de repente se da la vuelta y le ve a él con la boca abierta.

Le mira intentando cargar todo su odio en sus ojos, ojala fuera capaz de matarlo, de matar a la persona que más daño ha hecho a su mejor amigo, a aquél que no le ha abandonado ni en sus peores momentos.

-Ojalá que aquél que tuviera que salir corriendo de dolor fueras tu, no te parto aquí mismo la cara por respeto a Darío.

- Sabes que no le quise hacer daño, yo le quise pero se acabó. Darío fue algo bonito en mi vida pero…

-¡No te permito que pronuncies su nombre!

Jaime escupe a sus pies y se da la vuelta, sin siquiera mirarle. Decide irse a casa, sabe que Darío no va a volver… estará llegando a su casa y disimulando delante de sus padres piensa, pero no se imagina lo que le está pasando a Darío en realidad…

Esta historia que intentaré acabar y no tardar demasiado en continuar, que espero que interese a alguien y que tiene ciertos aires autobiográficos esta dedicada a Alex por leerme siempre, inspirarme (que no intentar competir) con su “Conociendo a Gabriel” y sacarme una sonrisa cuando me hace falta. ¡Gracias! Y también a Carlos, por animarme las sobremesas con su increible conversación, por preocuparse de mis días escucharme y porque sea pronto ese café


Intentaré que las imagenes hagan referencia al capítulo siguiente.

1 comentario:

  1. Jo nene, que ilusión... eres un cielo, de verdad, jooo, y ahora yo que digo, que me has dejado sin palabras... Te agradezco mucho que te acordaras de mi y que me dediques esta entrada, que estoy seguro tendrá su continuación. Mira que estaba leyendo y pensando... "esto me suena de algo, esto es autobiográfico", y mira, ahí esta. Cariño, no hagas que tu corazón sufra por alguien que no merece la pena. La persona que haya tenido la suerte de tenerte cerca, de sentirte y de tener tu corazón, y lo deja, no merece la pena que sufras por el, porque la persona que te deje escapar es un imbécil.

    Un besito muy, muy fuerte....

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